Escocia: “La cómoda inactividad”.
Por José Luis Caritg
Las naciones son seres vivos, con identidad grupal, y, al igual que un ser humano individual, pueden estar a la altura de las oportunidades o no. Pueden acertar en sus decisiones o equivocarse. Sabiendo que no decidir también es decidir.
Actualmente, las grandes decisiones que toma una nación desarrollada se efectúan por medio de la votación democrática. El caso de Escocia ha sido un claro ejemplo de alta inteligencia y de “saber hacer” por parte de los políticos gobernantes de ambas naciones, que – como todo el mundo ha visto – han acordado que una gran opción existencial sea decidida por referéndum. De esta manera, la mayoría ha elegido en las urnas una gran alternativa de futuro. Pero, ocurre que, de la misma manera, que un individuo se puede equivocar, una mayoría de votantes también se puede equivocar.
Mayoría no significa siempre lo mejor, pero, es la regla.
Las reglas democráticas obligan a aceptar la opción que ha conseguido mayor número de votos y eso es ley, aceptada por todos. La nación, como un todo, se ha pronunciado y la decisión debe acatarse.
En los medios espirituales, se dice que una nación tiene los gobernantes que se merece y también, que las naciones progresan a pesar de sus gobernantes. Se concluye que cada nación vive lo que se merece en relación a la consciencia promedio de sus habitantes.
Es necesario saber que mayoría no equivale necesariamente a criterio más acertado, o lo que es lo mismo, a conocer la opción más conveniente; sólo significa que existen más votos en una dirección y que la mayor masa de habitantes de un pueblo, país o nación coinciden en una opción. Es decir, puede haber más gente que piense igual de la manera menos conveniente.
El resultado final de una de esas decisiones, a continuación, debe ser vivida y de la experiencia resultante se extrae – en el mejor de los casos – las conclusiones inteligentes que permitirán al individuo, en solitario, y al grupo en general, rectificar en la siguiente opción de votación.
A lo largo de la vida de una nación regida democráticamente puede verse el oscilar de las decisiones grupales, hacia unas tendencias más de un signo y, después, de otro, probando y rectificando, según lo experimentado.
La opción menos evolutiva.
En Escocia ha ganado la opción incontestable de permanecer en Reino Unido. Opino que se ha escogido la alternativa de menor posibilidad y responsabilidad evolutiva. Por lo que la experiencia que seguirá a esta decisión, seguramente por una generación, como dijo Camerón, será para Escocia y sus habitantes, una experiencia de menor cualidad evolutiva que si hubiera decidido independencia.
Este argumento es fácil de demostrar, ya que un individuo independiente, que debe administrar sus recursos, su progreso y sus relaciones con los demás, siempre es más adulto, maduro y a la larga más sabio que un individuo que está bajo las decisiones, administración, tutela, etc. de otros, llamémosles “familia o vecinos”.
Si Escocia hubiera decidido independencia, hubiera experimentado el reto de ser una gran nación. Una “gran nación” es la que expresa los grandes valores que hacen a un individuo grupal digno, ante sí mismo y ante la humanidad entera. Ese reto hubiera puesto a disposición de Escocia los grandes recursos anímicos que son el patrimonio de un pueblo y hubiera movilizado las mejores inteligencias y los más altos poderes creativos para desenvolverse en una línea de progreso evolutivo mucho más alta que la que desenvolverá siendo una parte regida, en el Reino Unido.
Decisión errónea.
Considero que Escocia, ha escogido erróneamente, pues, ha elegido la “cómoda inactividad”. En la cual, aún cosechando algunas prebendas que le serán “dadas” (Camerón dice “vamos a darles ahora…”) ha dejado escapar, de entre sus propias manos, la gran opción de “ser” más.
Este nuevo horizonte de grandeza existencial que se abría ante sí, si no lo ha perdido para siempre, sí lo ha demorado, lo ha extraviado en el tiempo.
Una cita
Para finalizar, una cita de un claro pensador y excelso dirigente:
“Siempre existen costes y riesgos para un programa o para una acción, pero son mucho menores que los costes y los riesgos que, a largo plazo tiene la cómoda inactividad”. John F. Kennedy