Lo comentaba con algunos estudiantes de la Escuela de Kabbalah: “Celebrar el 13º aniversario de algo es muy arriesgado. Observemos que nunca se festeja esa fecha; es común hacerlo con el décimo o sus múltiplos, pero la 13ª conmemoración, esa No”. Puesto que los cabalistas siempre hacemos cábalas, la explicación se encuentra en la idiosincrasia de ese número que se asocia a la capacidad de cambio, transformación, renovación e incluso muerte. . Generalmente, a la gente no le gusta cambiar; se suele sentir segura en una condición estable y el cambio siempre demanda intrepidez, capacidad de aventura, adaptación, en suma: esfuerzo, por lo cual, instintivamente el trece es rechazado, llegando incluso a niveles exagerados de superstición. Imaginemos, por ejemplo, un matrimonio común en el festejo de su treceavo año de feliz unión: podría parecer que están tentando el cambio drástico de su condición.
Hace unos días hemos efectuado –por cierto, con mucha alegría y éxito– tamaña valentía en nuestra escuela. Hacía 13 años que se inauguró en Gran Vía 617, Bajos 3º, nuestra sede de enseñanza espiritual. Pues bien, apenas una semana después de nuestro festejo, sin mediar planificación, ni intención previa, ha surgido un acontecimiento que parece el fruto de la celebración de esa cifra, en forma de cambio total y transformación; en este caso un cambio de sede: así pues, nos trasladamos.
Nueva sede
La Escuela de Kabbalah de Barcelona: la Kaf Resh Yeshivá y su organismo madre, la editorial Escuelas de Misterios, cambia –traslada- su sede a una nueva dirección ubicada en la Vía Layetana con plaza Urquinaona. Afortunadamente, en el más bello sentido del significado de dicho dígito, un cambio para mejor: mejores instalaciones, muchísimo más amplias y dotadas de mayores posibilidades.
En nuestro caso el 13 ha señalado una feliz coincidencia de progreso y transformación y tal como indican las enseñanzas de la Kabbalah: “Cuando existe conocimiento, el 13 ¡un buen número!”