Si utilizas mentiras, engaños o das espacio al pensamiento negativo en tu forma de hablar o escribir, estarás perfilando tu vida de la misma forma. ¿Te interesa una vida así?

La letra hebrea Peh en Cabala – Kabbalah – se asocia a la Clave 16 del Tarot; ambas combinan sus simbolismos para proporcionarnos una interesante instrucción espiritual. Básicamente, La Torre revela una estructura en la que nos hemos encerrado, cuyos ladrillos son  palabras, y de la que somos liberados trágicamente. La letra Peh, como enseña Georges Lahy en su obra “Los 22 Arcanos de la  Kabbalah” nos transmite la noción de “boca abierta que habla”. Ambos conceptos señalan el hecho de que la torre, que es nuestra prisión,  la hemos construido nosotros mismos combinando nuestras letras en palabras y frases. Las frases que nos rodean son nuestros  conceptos mentales acerca de nosotros mismos, los otros y nuestra relación con el mundo. Es decir, nuestras prisiones son nuestros  puntos de vista, generalmente alejados de la realidad de la existencia.

Ladrillos de mentiras que encadenan.

Lo más curioso de este hecho es que cada ladrillo nos aprisiona en la medida en la que es un ladrillo y no una piedra. En esta enseñanza  simbólica, los ladrillos se hacen con barro y paja, que es hierba muerta y tienen su origen en el pueblo de Israel cuando, esclavizado,  estaba bajo las órdenes del Faraón creando edificaciones a la gloria de poderes caducos y particulares. En cambio, el simbolismo de pulir  piedras en vez de trabajar con adobe fundamenta construcciones sólidas.

La base de esta enseñanza es que, cuando se habla, se puede estar trabajando con barro y paja o con piedra sólida. Nuestras palabras y frases nos envuelven hasta conformar una serie de conceptos que nos encarcela.

Lo escrito aquí es leído allí.

Un rabino de Zaragoza dijo: “De un telégrafo podemos aprender que toda palabra cuenta y se nos puede hacer pagar por cada una de ellas y de un teléfono que lo que decimos aquí es oído allí” Hoy podemos añadir que “de una red social podemos aprender que lo que escribimos aquí es leído allí”.

De todo esto se deduce que el estudiante espiritual debe ser cuidadoso con sus palabras, pues con cada una de ellas construye la edificación dentro de la cual vive. Si se expresa con mentiras, vive en una prisión de mentiras; si construye con ladrillos de ofensas, odios y envidias, en tal torre mora y así, sucesivamente. Al final, el simbolismo de la Torre nos indica como puede ser el despertar de estas prisiones al irrumpir la verdad: ¡trágico!

Estudiantes espirituales que son Golem.

En el Talmud, al Sabio no se le contrapone el ignorante sino el Golem y se explica que tal Golem, que literalmente significa “utensilio de metal inacabado”, es aquel que, a pesar de haber adquirido muchos conocimientos, no ha conseguido asimilarlos todavía y no refleja dichos conocimientos en su comportamiento (su habla).

Esforzarse en ser cada vez más sabio y virtuoso.

Rabí Hillel decía: “Aunque te encuentres en un lugar donde no hayan hombres (que te igualen) no te conformes con lo que hayas aprendido, esfuérzate en ser cada vez más sabio y más virtuoso, procura convertirte verdaderamente en un Hombre”.

Así, suavemente, con ingenio, sigamos a Rabí Hillel, dejemos de ser Golem, vayamos substituyendo los ladrillos por buenas palabras, palabras vivas, y hagamos que nuestra existencia no esté rodeada de falsas edificaciones y torres de error que sólo auguran un tormentoso despertar  ¡Seamos cuidadosos en el habla!